La hortaliza es el plato fuerte de la ciudad, se puede consumir fresca, cruda y sólo acompañada de aceite, vinagre y sal, o bien tras un sabio proceso culinario.
Calahorra tiene el privilegio de disfrutar de diversas variedades de verdura durante todo el año. Según la época en la que nos encontremos degusta una u otra variedad.
Así, en invierno se cultivan col, repollo, endibias o brócoli. También el cardo y la pella (coliflor), que son variedades difíciles de encontrar en otras regiones de nuestro país.
Las alcachofas se recogen desde invierno hasta la primavera, y se complementan con jamón o se rebozan y acompañan de otras verduras en la reconocida menestra calagurritana.
En la primavera, los espárragos, que se consumen frescos tras la laboriosa tarea de pelado o dentro de la cocina se pueden utilizar en la menestra y también en ensaladas. De este tiempo también son características las habas frescas, los guisantes, las cebollas y los ajos.
El verano trae los tomates “redondos” para tomar frescos y de “pera” para conservas, que junto al pimiento son la base de la fritada.
En otoño, calabacín, calabaza y berenjenas son el elemento principal de pistos o revueltos con huevos.
El pimiento es el condimento especial de muchos platos riojanos; rellenos de carne, pescado o setas; revueltos con huevo, o en su presentación más llamativa, el pimiento seco, se desecan de forma tradicional llenando de colorido las fachadas de las casas, ya que cuelgan al sol de las ventanas y balcones.
De otoño-invierno son la berza, coliflor y repollo, que se comen junto con patatas o en los cocidos de legumbres. También las borrajas y acelgas que, acompañadas de patata y aliñadas con aceite y ajos son suaves y sabrosas.
Otro condimento característico de nuestra cocina es el aceite, que cultivado en La Rioja Baja, se elabora en los trujales de la zona.